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Discurso del Rector de la UTP, Héctor M. Montemayor Á.

Acto de conmemoración de las fiestas patrias en la UTP
Rector de la UTP.
Ing. Héctor M. Montemayor Á., durante su discurso el 1 de noviembre en el Campus Dr. Víctor Levi Sasso.
Mar, 11/01/2022

A lo largo de la historia los panameños no han cesado de luchar para conformar una nación libre y soberana.

Ciertamente, a pesar de los peligros y dificultades que algunas veces han postergado y otras han incrementado el deseo de llevarla a estadios de satisfacción, sucesivas generaciones de ciudadanos han contribuido a construir esta nación.

De las crónicas de la llegada europea al Nuevo Mundo, y, específicamente a suelo istmeño, se revela la dualidad de efectos que tuvo el encuentro entre habitantes de estas tierras y los del Viejo Mundo. 

Por una parte, hubo importantes casos de avenencia y acuerdos de convivencia; pero, también, fue notorio el grado de choque y rechazo con que reaccionaron algunas etnias de lugares como el Darién, donde se había establecido la población de Santa María La Antigua, como epicentro de la conquista en Tierra Firme.

Hay otros hechos de relevancia que se daban simultáneamente. En la primera década del siglo XVI, habían llegado al Istmo de Panamá esclavos negros traídos al iniciarse la conquista española.

Y antes de que concluyera la mitad de ese siglo, surgió en suelo istmeño un movimiento de rebeldía concitado por lideres como Bayano y Felipillo.

Ante el maltrato, explotación y el abuso de la opresión esclavista, surgió el cimarronaje, en áreas montañosas aledañas al Camino de Cruces y el Golfo de San Miguel; movimiento que dio batalla al orden establecido por la colonización española en estas tierras.

Durante tres siglos, este movimiento formaría parte de la fuerza rebelde que estuvo latente, como sustrato motivador de la independencia que Panamá proclamaría de la Corona Española, bajo el pensamiento inspirador y la espada de Simón Bolívar.

Oscar Vargas Velarde pone en manifiesto cómo el Libertador ya había fijado la caracterización de un Estado libre e independiente en el Congreso de Angostura de 1819, cuando cito «declaró que las bases de la república (la Gran Colombia) estaría constituidas por la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la abolición de la monarquía, la supresión de los privilegios y la abolición del a esclavitud».

Con este referente histórico, queda clara la vocación de libertad e independencia de quienes habitaban el istmo de Panamá. Hoy toda una “genética” sociocultural que así lo define.

Pero, después de décadas de la independencia de 1821, la distancia entre el ideal bolivariano y la realidad que experimentaba la población del Departamento de Panamá se agrandaba considerablemente.

Aunque algunos historiadores hablan de 17 intentos de secesión istmeña de la Gran Colombia, Nueva Granada o Colombia; al menos se identifican -sin discusión- seis intentos por llegar a ser una nación libre y soberana.

Lo cierto es que antecedentes inmediatos de la separación de Panamá de Colombia radican en algunos hechos muy precisos de profundas consecuencias.  El primero de ellos fue la devastadora Guerra de los Mil Días, la peor desgracia vivida en Panamá, al menos, en los últimos tres siglos.

Muerte, destrucción, pobreza, hambre y enfermedades fueron el resultado de aquella guerra intestina, que tuvo escenarios tanto en el Panamá provinciano como en el citadino. 

Los pobladores del Istmo tuvieron que llegar a un acuerdo entre liberales y conservadores, para detener aquella situación que, de continuar, llevaría a la nación a sucumbir.

Aquel estado de abandono en el que el Istmo de Panamá se encontró sumido, tras la guerra civil, fue un definitorio caldo de cultivo de las ideas y acciones separatistas. 

A partir de la Guerra de los Mil Días, a Panamá no le quedaba otra salida hacia la sobrevivencia, que no fuera la aprobación y puesta en ejecución del Tratado Herran-Hay, que posibilitaba la construcción del Canal, con el concurso del interés y los recursos de los Estados Unidos de América.

Pero el rechazo del tratado Herran-Hay (que había sido firmado el 22 de enero de 1903) por parte del Senado Colombiano dio al traste con los sueños y esperanzas de los panameños; que, si necesitaban alguna señal indiscutible para separarse de Colombia, ahí la historia se la estaba entregando.

La separación de Colombia, en términos históricos, sociológicos y económicos, no estaba, pues, en discusión o duda.  A partir de ese rechazo, no se trataba entonces de un qué, sino de un cuándo. Y los hechos se precipitaron aquel 3 de noviembre de 1903.

La necesidad de tomar decisiones oportunamente la demostraron los próceres, hombres y mujeres, sometidos a la presión del momento, pero comprometidos con su sentimiento patriótico.

Crear una nación, es mirar al futuro. La autonomía, la independencia, la soberanía, si algo tienen como denominador común es que son condiciones sociopolíticas que dependen de la capacidad de toma de decisiones de los ciudadanos.

Creer en nosotros mismos, en lo que somos capaces de hacer, en lo que podemos lograr. Creer en nuestros sueños, en nuestras esperanzas es, de por sí, una actitud motivadora y causal de progreso.

Es el prerrequisito indiscutible del avance y del logro anhelado.

La Universidad Tecnológica de Panamá, en términos del prestigio ganado, funciona bajo la convicción de que nuestra autonomía ha sido, es y estará basada en la fuerza del trabajo, la productividad y la disposición de hacer las cosas, aun cuando abunden las adversidades.

Como en aquel 3 de noviembre de 1903, nuestra universidad no se sustrae de ese compromiso de formar profesionales y ciudadanos con las competencias para tomar decisiones adecuadas ante las expectativas planteadas.

Celebremos estas fiestas patrias, sin olvidar esos compromisos inherentes al nacimiento de nuestra nación. Que nuestro comportamiento personal e institucional sea un reflejo de aquellos personajes de la historia que nos legaron esta hermosa nación.

Hoy, más que nunca, en un mundo saturado de influencias externas a las naciones, tenemos del deber de defender nuestra soberanía e independencia.

Así de fructífero deber ser el conocimiento que aquí producimos.

Muchas gracias.

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